Lo de Everton anoche en Sausalito es para preocuparse. El debut de Javier Torrente como entrenador de los viñamarinos en el torneo de Primera División estuvo lejos de lo que se esperaba, más aún considerando la compleja ubicación de los Oro y Cielo en la tabla de posiciones.
La derrota por la cuenta mínima ante O’Higgins dolió. Dolió porque los de Torrente necesitaban ganar con urgencia. Porque en Sausalito no se logran los tres puntos hace más de cuatro meses y porque el acostumbrarse a convivir con los malos resultados es un problema grave para cualquier equipo.
Everton es hoy colista de Primera División con apenas nueve puntos y a dos de San Luis, su más inmediato antecesor, pero además los Oro y Cielo tienen ahora dos duras salidas fuera de casa. El próximo domingo ante Deportes Iquique y luego ante los propios quillotanos en lo que asome como un encuentro clave para la definición del certamen.
En lo futbolístico, lo de anoche en el recinto de avenida Padre Hurtado fue muy pobre y que comenzó mal desde el arranque, más allá de la posesión del balón, la que siempre fue en favor de los viñamarinos.
Y es que ya a los cuatro minutos de juego, Cristopher Toselli debió ir a buscar el balón al fondo de su portería en lo que anticipaba una jornada compleja para el exportero de Universidad Católica, quien vio poca acción en su área, pero igual debió resignarse con observar la caída de su nuevo equipo.
Un córner desde el sector izquierdo de la zaga y un par de movimientos rancagüinos desordenaron todo el trabajo de la semana, se perdieron las marcas en defensa y Albert Acevedo con un impecable golpe de cabeza inauguraba el marcador.
Lo que vino luego fueron una serie de oportunidades desperdiciadas por Álvaro Ramos, Francisco Venegas e Iván Ochoa, todas controladas de muy buena forma por Miguel Pinto, quien a la postre se transformaría en la gran figura del compromiso.
El empate parecía estar cerca, más allá que la gran mayoría de los ataques locales eran producto de las ganas más que del fútbol colectivo.
A los 43′, y tras una confusa jugada, el juez César Deischler expulsó a Maximiliano Salas, dejando a los sureños con un hombre menos de cara a lo que sería el lapso final.
Sin ideas
Para la segunda fracción había expectativa, sin embargo, fueron 45 minutos en que se vio la peor cara de Everton.
Álvaro Ramos, el más peligroso agente ofensivo de los locales en el primer tiempo desapareció del terreno de juego, mientras desde la banca se disponía de una modificación que pocos entendieron en Sausalito: El ingreso de Pedro Sánchez por el mexicano Francisco Venegas, quien a esa altura era el único que apostaba por el fútbol en el medioterreno de los Oro y Cielo.
Tras la salida del azteca los viñamarinos se enredaron en su juego, ayudado todo por el bajísimo nivel de jugadores como Camilo Ponce o Marco Bueno.
Para tener en cuenta también, las desconcentraciones defensivas, las que anoche ante un conjunto como O’Higgins, el que sin demostrar mucho más que los locales condenó a Everton a seguir una semana más en el fondo de la tabla.