Everton fue una tromba ayer en el estadio Sausalito. Los oro y cielo se impusieron con contundencia por 4-2 sobre Colo Colo para mantener viva la esperanza de permanecer en Primera.
Fue una presentación maciza del cuadro auriazul, que como nunca antes en este 2018 interpretó una sinfonía para vencer con jerarquía a los albos, sobre todo por lo mostrado en el primer tiempo.
El técnico Javier Torrente parece por fin haber encontrado a los especialistas correctos, cada uno en su puesto idóneo, para tocar una pieza que se caracterizó por contar con una alta dosis de intensidad, compenetración y solvencia en todas sus líneas. Se vio un equipo fluido y dinámico, que jugó su mejor partido del año.
Lo habían dicho jugadores y cuerpo técnico en la previa: la necesidad de sumar era imperiosa y desde el primer minuto que el cuadro oro y cielo dejó de manifiesto sus deseos de ir por el triunfo.
Los dirigidos por Torrente se plantaron con mucha agresividad e intensidad a la hora de recuperar la pelota, raspando, mordiendo y presionando en bloque, incluso en campo rival. En esa faena fue clave el trabajo del volante sub 20 Benjamín Rivera, quien jugó un partidazo sin importarle la talla del rival.
Con buena amplitud de cancha, los oro y cielo incomodaron a un rival atónito y desconcertado, quizá un tanto lento y sin mucha chispa por el partido de Copa Libertadores disputado a mitad de semana. Tras un tiro libre de Óscar Salinas y una contención a medias por parte del golero Agustín Orión, Patricio Rubio no perdonó para establecer el 1-0 sobre los 15 minutos de juego.
Tras el golpe, Colo Colo reaccionó. Tuvo el empate en la cabeza de Lucas Barrios, pero un sólido Cristopher Toselli le ahogó el grito de gol a los albos, que colmaron las dos mil entradas de galería Laguna y buena parte de la Marquesina del Sausalito.
Pero Everton no sacó el pie del acelerador y después de una ocasión desperdiciada por Diego Orellana, llegó el segundo. Presionando y asfixiando la salida del Cacique, los oro y cielo recuperaron la pelota en varias oportunidades, hasta que en la última definieron bien: con un centro de Camilo Rodríguez desde la derecha para un Rubio -intratable toda la jornada- que de cabeza marcó el 2-0. Corrían apenas 23 minutos de juego en el coliseo viñamarino.
Apremiado por el resultado, sobre la media hora el DT albo Héctor Tapia realizó un cambio táctico: adelantó a Claudio Baeza a zona de volantes para dejar a Matías Zaldivia como líbero, mientras que Óscar Opazo bajó a stopper por derecha. El Cacique se estaba reacomodando cuando cayó el tercer gol oro y cielo.
Sin embargo, pocos minutos después, a los 40′, en una inocente jugada Colo Colo encontró mal parada a la zaga local y Barrios pivoteó en el área para que Paredes descontara.
En el cierre del primer tiempo, el Cacique dominó y puso a Everton contra las cuerdas. Los oro y cielo se vieron nerviosos e incómodos, todos sus temores parecían aflorar una vez más. Hasta que llegó el pitazo salvador del juez Roberto Tobar.
El segundo periodo arrancó parejo. El descanso le vino bien a Everton, para tranquilizarse y para bajarle las revoluciones al juego. Colo Colo manejaba la pelota, pero era poco fino en los últimos metros, mientras los viñamarinos explotaron con criterio las transiciones rápidas, aunque ya sin la intensidad ni la fuerza del primer tiempo para recuperar y sostener el balón.
Sobre los 70′, Barrios y Opazo estuvieron cerca de meter en el partido a los albos, pero pronto Rubio se encargó de poner la lápida tras una gran jugada de Rodríguez.
Luego el partido decayó en ritmo y precisión, y Paredes encontró un nuevo descuento que sólo sirvió para maquillar una estrepitosa caída ante un Everton que despertó del letargo en busca del despegue definitivo que le permita seguir siendo un club de Primera.