Con la derrota del fin de semana ante Cobreloa en Calama, Everton sigue sin levantar cabeza en la segunda parte del torneo de Primera B. Con cuatro fechas disputadas, los oro y cielo todavía no saben de victorias en este 2016.
Pese a que en la tabla general acumulada los viñamarinos se encuentran en la quinta posición con 29 puntos, ubicándose a 14 unidades del líder Deportes Temuco, lo cierto es que en la clasificación del actual campeonato marchan en el penúltimo lugar con apenas un punto, al igual que Barnechea, que tiene el mismo puntaje, pero peor diferencia de gol.
Un panorama totalmente distinto al de unos meses atrás, cuando los dirigidos por Víctor Rivero salieron segundos y luego se quedaron con la liguilla. Los festejos y las caras alegres han quedado en el olvido y ahora los rostros de preocupación son evidentes ante la posibilidad cierta de definir el ascenso en una final que se jugará ante el ganador de la postemporada del actual certamen.
Si bien en el torneo pasado el arranque del cuadro auriazul también fue irregular, los números dan cuenta que la campaña actual es sencillamente mediocre mientras el ascenso directo ya parece una verdadera utopía.
Y es que en el campeonato anterior, ya finalizada la cuarta fecha, Everton se ubicaba en la octava plaza con seis puntos, a cuatro unidades del líder de ese momento, Deportes La Serena.
Pero más allá de eso, a todas luces el elenco de Rivero carece del funcionamiento que lo catapultó al éxito, y son varios los factores que han marcado a un equipo permeable y sin ideas.
El adiós a un Sausalito inexpugnable
Tras la reinauguración del estadio Sausalito a mediados de 2015, Everton volvió a su casa luego de una larga espera de más de dos años y rápidamente comenzó a demostrar toda su fortaleza en condición de local, donde cumplió sus mejores actuaciones en la temporada, evidenciando un juego sólido en todas las líneas, mucho vértigo, variantes en ofensiva, y un sinfín de aspectos que transformaron al recinto viñamarino en un coliseo inexpugnable.
De hecho, en todo el campeonato anterior, incluyendo la liguilla, los oro y cielo sumaron ocho victorias en igual número de partidos jugados en Sausalito. Sin embargo, en el actual torneo, el cuadro auriazul suma una derrota y un empate en casa, encuentros donde se vio a un equipo inconexo, largo, con poca claridad en sus líneas, y generándose escasas ocasiones de gol. Un verdadero fantasma de lo que fue ese Everton que jugando en su propio feudo era infranqueable.
Errores y debilidades defensivas
Una de las grandes virtudes del torneo pasado para los oro y cielo fue su sólida defensa, que incluso sobresalió más que la delantera. De hecho, la zaga fue una de las menos batidas del certamen, recibiendo 16 goles en contra durante la fase regular, que en cierta forma se explican por las dudas que Everton siempre mostró como visita, porque en Sausalito le convirtieron apenas una vez en seis partidos, y sólo dos considerando la liguilla. Números que difieren con lo mostrado últimamente, donde ya en la primera fecha con Magallanes recibió un gol en el coliseo viñamarino. Y si se comparan las cuatro primeras jornada de un torneo y de otro, el semestre pasado los dirigidos por Víctor Rivero recibieron cinco goles en contra, y ahora poseen siete. La falta de comunicación, errores individuales, el hecho de no tomar las marcas, y en definitiva, una línea defensiva poco compenetrada, han atentado contra la otrora solidez de la zaga auriazul.
Poca capacidad de finiquito frente al arco contrario
El técnico Víctor Rivero y algunos jugadores han repetido hasta el cansancio que este aspecto ha marcado el mal inicio de los oro y cielo en este torneo, y en cierta forma es así. A esta misma altura, Everton había anotado seis goles, mientras que ahora apenas ha celebrado en dos ocasiones. Maximiliano Ceratto, Rafael Viotti y José Luis Muñoz, los tres delanteros del equipo que más han jugado, se han mostrado poco finos. Sin embargo, lo cierto es que más allá de eso, Everton carece de sorpresa, ideas y juego asociado para generar peligro en el arco rival. A la baja de algunos rendimientos individuales, se suma el hecho de que colectivamente el equipo no tiene el funcionamiento que mostró el semestre pasado, ya sea para atacar abriendo la cancha o por el centro del campo de juego, donde las sociedades que tuvieron éxito en su momento, ahora no lo están teniendo. Ni las pelotas detenidas han sido bien aprovechadas por los oro y cielo.
Las lesiones
A diferencia del inicio del torneo anterior, en este semestre Víctor Rivero ha tenido a las lesiones como su gran “dolor de cabeza”. Si a mediados del año pasado la ausencia de Douglas Estay o la puesta a punto de Maximiliano Ceratto eran los temas más sensibles, ahora la situación es completamente distinta. Y es que además de la ausencia desde hace algún tiempo de Nicolás Peñailillo, el cuadro oro y cielo sumó las de Felipe Salinas, Sebastián González y el propio Estay. A ello se añade el desgaste que acarrean algunos jugadores que sumaron mayores minutos en cancha el torneo anterior, como es el caso de Fernando Saavedra, Alejandro Carrasco y Rafael Viotti, quienes por lo mismo están lejos de su nivel habitual. Las lesiones, el desgaste, y algunas suspensiones, han imposibilitado al DT auriazul para mantener de alguna forma la oncena que terminó jugando a fines del año pasado.
Los refuerzos
Por nombres, las flamantes incorporaciones de Everton para este semestre (José Luis Muñoz, Michael Contreras y Matías Ramírez) ilusionaban con aumentar el poderío que hasta ahora había mostrado el conjunto viñamarino. Sin embargo, el rendimiento de los tres refuerzos todavía está lejos del esperado. Por un lado, el ariete que llegó desde Universidad Católica ha sido titular y ha jugado íntegramente los cuatro partidos, pero la falta de continuidad y ritmo de competencia que tuvo el último tiempo en los cruzados parece haberle perjudicado, y se nota que todavía no logra conectarse correctamente con sus compañeros. Un caso similar es el de Contreras, quien viene levantando su nivel en los tres duelos que ha disputado, mientras que Ramírez cada vez que ingresó se vio desconectado. Quizá sea cosa de tiempo para que los tres se afirmen, pero tiempo es lo que menos tiene Everton.
Fuente: El Mercurio de Valparaíso.
Foto: Prensa Everton.