Diez meses, ocho partidos y una pandemia mundial pasaron desde el último triunfo de Everton en Sausalito. Esa mala racha en casa terminó anoche con un claro triunfo frente a Curicó Unido por tres goles a uno.
Con una actuación sobresaliente de Juan Cuevas, que cuando tiene libertad en delantera es letal, los oro y cielo pudieron recuperarse de la dolorosa goleada que les propinó Unión La Calera el domingo pasado.
El menudo puntero argentino-mexicano marcó dos tantos (uno de penal) y fue el más punzante en una línea ofensiva que se ve mucho mejor cuando no están juntos Menéndez y González.
Es cierto que la actuación del exjugador de Gimnasia y Esgrima de La Plata fue llamativa, pero el triunfo evertoniano también se cimentó en la disciplina táctica de un mediocampo que logró anular los circuitos curicanos. Berríos y Madrid cubrieron todos los espacios por donde podían escaparse los volantes visitantes, mientras que Echeverría y Lobos taparon las subidas de los laterales con eficacia.
Tan preciso fue el dispositivo que ideó Javier Torrente, que el equipo dirigido por Martín Palermo -que venía de golear 4-1 a Audax Italiano- no tuvo una sola opción clara de gol durante el primer tiempo.
Al frente, los viñamarinos llegaban mediante tiros de media distancia, cabezazos y pelotas detenidas que hacían lucirse al portero Fabián Cerda.
El gran error de Everton en la noche de ayer fue maquillado por un error del juez José Cabero. Un codazo en el rostro de San Juan a Ibacache -que en el segundo tiempo se fue expulsado- fue sancionado solo con tarjeta amarilla, pese a la revisión del VAR.
En el complemento vino la dosificación gracias a que Cuevas dejó casi nocaut a los visitantes con un gol de entrada. Y si bien el descuento de Buss encendió la noche, González apagó todo foco de resistencia conectando un tiro de esquina en el área para el tercer tanto.
Everton se pone de pie y asusta de cara al clásico del domingo en el Nacional.