Al hablar de la historia deportiva de Everton, Carlos Espinoza Marambio debería ocupar un lugar central en aquellos relatos. Dueño del arco oro y cielo en la década del 50′, el otrora golero se ungió como figura en la obtención de las dos primeras estrellas viñamarinas en 1950 y 1952.
Compartió camarín en Everton con figuras del balompié nacional de aquella fecha, como José María Lourido, Elías Cid, Augusto Arenas y René Meléndez, y su triunfal época dorada culminó en el arco de la Selección Chilena, participando del subcampeonato de la Roja en el Sudamericano (ahora Copa América) de Uruguay en 1956.
En 1960 decidió colgar los guantes retirándose en Santiago Wanderers, sin embargo, admite sin tapujos que su corazón “siempre ha sido evertoniano”.
Con casi 89 años (los cumple el próximo 21 de abril), reside desde 2015 en Puerto Montt, donde recibe el cuidado de sus hijas. No obstante, por estos días se encuentra en Viña del Mar, donde festejará su cumpleaños con sus hijos y nietos.
“Fui parte del plantel del 50′ y 52′ a mucha honra, y venir a Viña ahora es de dulce y de agraz, porque es bonito venir y reencontrarse con tantas cosas lindas, pero lamentablemente hay muchas cosas y personas que ya no están. Hay una canción que dice que “los años felices se fueron para no volver”, de Génaro Salinas, y creo que me pasa un poco eso ahora que veo a Viña del Mar”, confiesa el exportero.
Y es que la nostalgia se toma un poco el análisis de Carlos Espinoza, quien cree férreamente que el “fútbol y el trajín de la ciudad era más lindo antaño”. Por lo mismo, este histórico referente evertoniano prefiere recordar su pasado como jugador en vez de analizar el presente del club. “Es que ya tampoco sigo mucho los Campeonatos Nacionales, disfruto más viendo los partidos de la Selección que mirando el fútbol de clubes, aunque a veces igual veo algún que otro partido, porque en mi familia son todos peloteros”, se defiende.
El pasado glorioso
Para Carlos Espinoza no hay dudas al momento de elegir los mejores hitos de su carrera. Los títulos con Everton y su participación en la Roja son elecciones indiscutidas. “Llegar a la Selección significa mucho para cualquier jugador, y desde Everton fuimos con René Meléndez y fue realmente una gran experiencia, inolvidable por todo lo que significó poder competir con los demás jugadores que eran los mejores del fútbol chileno”, rememora, añadiendo que “jugué dos partidos en el Sudamericano de 1956, contra Paraguay y Perú, cuando logramos el subcampeonato. Por eso el año pasado cuando Chile ganó la Copa América lo viví con mucha alegría, porque a pesar del paso de los años los recuerdos los mantengo lúcidos y esa campaña que viví en Uruguay fue muy bonita”.
Y Espinoza tampoco deja de lado su pasión oro y cielo, y admite que “sueño con llegar un día a Sausalito y que el estadio se llame René Meléndez, ese es el sueño más grande que tengo. No sé cómo pueden haber salido jugadores de la talla de él y que aún no tenga un homenaje en grande, considero que es el mayor ídolo de la historia evertoniana”, asevera.
Pequeño paso porteño
En 1960 el exportero recaló en Wanderers, club en el que se retiró. Las razones, dice, tuvieron que ver con el técnico José “Gallego” Pérez. “Él le dio muchas alegrías a Wanderers, consiguió hartos logros, pero lamentablemente no era capaz de llevarse bien con todos los jugadores”, dice Espinoza, quien rescata que de su paso por el Puerto “conocí a muy buenas personas. Compartí con Juanito Olivares, a quien estimo mucho, y con Raúl Sánchez, quien era un extraordinario jugador y muy buena persona. Tuve esa suerte y es lo que más valoro de ese año, en que terminamos segundos”, sentencia con nostalgia el histórico portero evertoniano.