Ni rastros del bicampeón de América. Chile cae en su visita a Paraguay, por 2-1, haciendo uno de sus peores partidos en estas Eliminatorias para Rusia 2018. Fuera de la zona de clasificación y, lo que es peor, muy lejos de la brillantez que mostró en sus mejores momentos de la Copa América Centenario.
Cualquier equipo puede tener momentos bajos en un partido. Los de la Selección fueron fatales. Y al inicio, cuando hay que asentarse, cuando hay que estar más despierto. Toselli, nervioso hasta para cantar el himno, se convirtió en la carátula del desastre, con alta cuota de culpa en las conquistas guaraníes de Oscar Romero y Paulo Da Silva. Saltó en un hoyo y calculó mal el manotazo, en el disparo lejano del gemelo; se quedó clavado, casi debajo del arco, en el cabezazo que el defensor ganó en área chica.
Si de verdad existía soberbia en las filas nacionales (como vendían los medios paraguayos), ésta se cayó de golpe. Peligro de papelón en el Defensores del Chaco y los dueños de casa con la película clara: presionar la salida como fieras. Hacer que Vidal y Aránguiz no hilvanaran una salida clara (el primer gol nace de un balón perdido por el Rey Arturo).
Pizzi molesto, con razón. Exigiendo más pulcritud, más viveza e intensidad. Pero Chile recibió la mano albirroja, que se echó para atrás, que dejó de apretar arriba. Vidal tomó el control del mediocampo y Sánchez, como acostumbra en estos casos, dejó sus funciones de delantero, para improvisarse como enganche, con buenas y malas.
La Roja se aclaró un poco. Llegó al arco de Diego Barreto, con una chilena notable de Vargas (25’). Y en su mejor momento, además, se encontró con el descuento de Vidal, celebrado con ganas, coraje e ilusión. Había esperanza, el bicampeón estaba vivo. Paraguay por primera vez sentía miedo y con esa sensación se fue al descanso. A rearmarse.
La Selección, se supone, haría lo mismo. Acomodar algunas piezas para seguir a la caza del empate. No fue así. El cuadro Guaraní retomó la idea inicial, impedir la génesis del juego chileno. Sin Bravo, sin Jara ni Díaz, Chile no podía salir cómodo: 20 minutos difícil, con tres claras para los locales.
Asomó algo la Roja de nuevo, sin mucho orden ni ideas, más que la instrucción casi militar (y a veces exasperante) de no levantar la pelota. Aún así, un disparo de Vargas pasó a centímetros. Y sería todo.
Pizzi se aburrió, cambió el esquema, mandó a Pinilla a la cancha y sacó a Mena. Se jugó por un nueve peleador, imán de centros (casi todos malos). Las dudas no disminuyeron, Paraguay la hizo simple, replegando a todo el equipo cerca del área propia.
La Selección no pudo romper ese cerco. No entendió cómo hacerlo y sufrió una derrota que la deja fuera de la zona de clasificación a Rusia, con seis escuadras por encima de ella. Y además sufrió la expulsión de Gary Medel, quien llevaba la jineta de capitán ante la inasistencia de Bravo y tampoco respondió a esa responsabilidad.
La Tercera