Ninguno se crió futbolísticamente ni creció como goleador. Sin embargo, juntos se han convertido en la dupla más temible del fútbol sudamericano. La Roja los disfruta, el continente los sufre. Alexis Sánchez y Eduardo Vargas, los hérores de la Selección en Lima, viven un presente soñado y visualizan un futuro esplendoroso, aniquilando rivales y rompiendo todas las marcas que existen en el combinado nacional.
La sensación de terror que alguna vez infundió en el área la aclamada dupla Za-Sa, que formaron Iván Zamorano y Marcelo Salas, en algún momento apuntada como una de las tres mejores del mundo, parece revivir nuevamente de la mano de los dos hombres formados en Cobreloa. Entre ambos acumulan siete goles en dos partidos de las presentes eliminatorias, y ya suman 56 conquistas con la camiseta de la Selección.
A esta altura, ya nadie duda de que alguno de los dos superará la marca impuesta por Marcelo Salas con la Roja. El Matador anotó 37 tantos en su carrera en la Selección. Por ahora, Sánchez tiene 31. Entremedio, Zamorano dejó su marca en 34. Vargas, en tanto, ya tiene 25 goles en 50 partidos disputados. La curiosidad es que el actual delantero de Hoffenheim convirtió 23 de sus 25 anotaciones con Sampaoli en el banquillo. Es decir, en apenas 34 meses.
La edad juega en favor de ambos delanteros, además de un sistema de juego impuesto por Sampaoli que sin duda explota muy bien sus virtudes. Algo de lo que por ahí carecieron muchísimos delanteros históricos del fútbol chileno, que en la Roja padecieron de esquemas defensivos. Carlos Caszely, sin duda, fue uno de los que pagó caro la poca osadía de los seleccionadores nacionales de su época.Además, el Chino siempre extrañó un socio que se llevara en parte también el peso de los goles.
Pero más allá de los sistemas y seleccionadores del pasado, no existe en la historia un registro de goles tan alto como el de Vargas y Sánchez en tan poco tiempo. Cuando Chile clasificó al Mundial de Sudáfrica, todos los honores y aplausos por su eficacia se los llevó Humberto Suazo, máximo artillero de esas eliminatorias. El tocopillano, su más fiel socio de ataque, apenas se empinó en la tabla de artilleros. Por entonces, en Udinese era más bien un asistidor y aún no desarrollaba del todo su poder de finiquito.
Todo cambió con el arribo de Sampaoli. Sin Suazo, el tocopillano pasó a ser la principal carta de ataque, bien secundado por Vargas. Sin egoísmo, entre ambos parecen asumir un rol bien claro dentro del sistema de juego. Uno, Sánchez, le aporta visión y espectacularidad al juego. El otro, Vargas, es finiquito puro, además de una cuota importante de sacrificio.
La discusión desde ya queda planteada. Por ahora, los números, títulos y logros conseguidos por Vargas y Sánchez juntos en la Roja hablan por sí solos. La historia, más adelante, les dará el lugar que les corresponde. Hoy, los hinchas los disfrutan a rabiar.
Fuente: La Tercera.