El agravamiento de conflictos geopolíticos a nivel global no puede sino tener impactos económicos. La crisis ucraniana ha conducido a una guerra comercial. Las medidas adoptadas por EE.UU., la Unión Europea, Canadá y Australia en contra de Rusia tuvieron una respuesta en la decisión de Moscú prohibiendo las importaciones de carnes, verduras, frutas y productos lácteos de esos países, buscando al mismo tiempo reemplazarlos de otros mercados, entre ellos latinoamericanos.
Se trata de una nueva fase de la conflagración económica producida desde que se desató la Gran Recesión. Hasta hace poco ella se expresaba prioritariamente en los inusitados crecimientos de la masa monetaria por bancos centrales de países industrializados, buscando así devaluar sus monedas para ganar competitividad en las relaciones con otros países. El gobernador del Banco de la Reserva de India, Raghuram Rajan, ha advertido que la economía mundial repite el escenario de la década de los treinta del siglo pasado cuando grandes potencias adoptaban decisiones afectando a terceros, tratando así de salir a flote. Ello ya tiene repercusiones negativas en la actividad económica. Italia en el segundo trimestre volvió a tener cifras de decrecimiento, como ha sido casi una constante durante tres años. Las autoridades alemanas advirtieron de la desaceleración experimentada en abril-junio. Los bombardeos efectuados por EE.UU. en Irak se produjeron al agravarse los conflictos en ese país, pero en particular buscaron proteger los intereses de consorcios petrolíferos norteamericanos en Kurdistán. Este curso de los acontecimientos debe detenerse teniendo presente la dramática experiencia de la década de los treinta.
La decisión de Rusia cancelando inmediatamente por un año las importaciones de carnes, verduras, frutas y productos lácteos de la Unión Europea, Estados Unidos, Canadá, Australia y Noruega, en respuesta a medidas adoptadas previamente en contra de Moscú, constituyeron una nueva fase de la guerra económica que tiene lugar a causa del agravamiento de conflictos geopolíticos.
Con la particularidad que en este caso tuvieran repercusión inmediata en varios países latinoamericanos, incluido Chile, después que el director del Servicio ruso de Inspección Agrícola y Ganadera se reuniese con embajadores de la región en Moscú para expresarles el interés de reemplazar con productos de estos países los que adquirían en los Estados sancionados. Rusia es el quinto mayor importador de alimentos a nivel global, por un monto anual aproximado a los US$39.000 millones. Su mayor proveedor eran los países de la Unión Europea, que en 2013, según cifras de Eurostat, le vendieron productos agropecuarios por 11.865 millones de euros. Chile exportó a Rusia en 2013 aproximadamente US$650 millones, principalmente “pescado y frutos –señaló el ministro consejero de Moscú en Santiago– justo esos están prohibidos para los exportadores de EE.UU. y Europa” (12/08/14).
Brasil procedió inmediatamente a adoptar medidas para aumentar sus exportaciones a Rusia. Autorizó la instalación de noventa nuevas plantas para exportar pollo, vacuno y cerdo. Su secretario de Agricultura, Seneri Paludo, manifestó que el embargo de exportaciones adoptadas por EE.UU., la UE y otros países permitiría también aumentar la colocación de maíz y soya. “Rusia –explicitó– tiene el potencial para ser un gran consumidor de commodities agrícolas, no solo de carne” (12/08/14). “Argentina –declaró, por su parte, el jefe del gabinete trasandino, Jorge Capitanich– generará las condiciones para que el sector privado, con el impulso del Estado, pueda satisfacer la demanda del mercado ruso” (12/08/14). Estas reacciones favorables a la petición de Moscú produjeron descontento en Bruselas, que enfrenta también la reacción de los productores internos a los cuales se les prohibió vender a Rusia.
Casi paralelamente con la determinación del gobierno ruso, el presidente del Banco Central Europeo (BCE), Mario Draghi, en conferencia de prensa luego de una reunión del Consejo de Gobierno de la institución declaró: “No hay duda de que si se observa el mundo hoy en día los riesgos geopolíticos han aumentado, ahí están las crisis de Rusia y Ucrania, Libia, Irak, Gaza (…). Los mayores riesgos geopolíticos –añadió– pueden tener un impacto negativo sobre las condiciones de la economía, bien por precios energéticos más altos o por las amenazas para los productos de la zona euro”, luego de constatar que “el impulso del crecimiento se ha ralentizado” en la región (08/08/14).
La guerra económica se inició mucho antes. El gobernador del Banco de la Reserva de India, Raghuram Rajan, que a mediados de 2005 advirtió que se estaba gestando “una crisis financiera en toda la regla”, la cual estalló dos años después, en una entrevista concedida a la publicación trimestral Central Banking Journal, llamó la atención que la economía mundial se encamina de forma creciente a la situación de la década de los años treinta del siglo pasado cuando países industrializados que intentaban salir de la Gran Depresión adoptaban medidas unos en contra de otros. En ese momento, detalló, la guerra se libró mediante devaluaciones monetarias competitivas para favorecer sus exportaciones y encarecer las importaciones medidas en moneda nacional.
En el escenario actual el incremento de la cantidad de dinero se ha efectuado mediante el llamado relajamiento cuantitativo, llevado adelante particularmente por la Reserva Federal norteamericana y los bancos centrales de Inglaterra y Japón, a los que se agregó el accionar del BCE buscando crearlo a través de créditos a la banca comercial en condiciones muy favorables, que reanudará en septiembre, eso sí con la condición que se incrementen los préstamos en el mercado, tratando de superar la “trampa de liquidez” que sufre la región. “Como ha sido el caso en la década de 1930 –advirtió Rajan–, la falta de coordinación entre los responsables políticos está ahora produciendo efectos secundarios que pueden ser difíciles de controlar, y el sistema financiero del mundo podrá enfrentar turbulencias frescas en un momento en que los bancos centrales tienen pendiente reparar el daño que a las economías desarrolladas ha causado la crisis financiera de 2008. Estamos asumiendo mayores riesgos de tener otro crash en momentos que el mundo es menos capaz de soportar el costo”.
El BCE, manifestó Draghi con el acuerdo unánime de su Consejo, lo que debe entenderse recibiendo el visto bueno del Bundesbank alemán, apoyó emplear medidas no convencionales, en la práctica el relajamiento cuantitativo, de ser necesario para hacer frente a riesgos generados por un período prolongado de inflación. En julio, el IPC promedio de la eurozona descendió a 0,4%, muy distante del objetivo de cerca pero algo inferior al 2% del instituto emisor. El peligro de deflación ya es un hecho en varios países europeos. En julio, el índice de precios italiano fue plano, mientras en varias ciudades importantes ya era negativo. En Roma cayó en 0,2%, en Florencia 0,3% y en Turín 0,4%. Por su parte, Portugal en el mismo mes completó siete meses en deflación, alcanzan en julio en -0,7%, la mayor variación negativa desde noviembre de 2009. España, Polonia y Grecia también registraron en doce meses durante julio tasas negativas respectivamente de 0,4%, 0,7% y 0,8%. El presidente del BCE expresó su esperanza de que las operaciones de refinanciación a largo plazo a implementarse nuevamente debieran ayudar. “Mirando hacia el futuro –anunció– vamos a mantener en alto grado de flexibilidad monetaria y los tipos oficiales del BCE se mantendrán en los niveles actuales por un largo período de tiempo, en vista de las actuales perspectivas para la inflación”.
Presionando por el uso del relajamiento cuantitativo, un informe de julio del FMI, luego de constatar la tasa muy reducida de inflación en Europa, propuso que “el BCE debería considerar una expansión sustancial de su balance”, incrementando la adquisición de activos en el mercado. Ello cuando al finalizar julio se reducían a cerca de un 20% del PIB de la eurozona, “una cifra enorme –anotó The Wall Street Journal– comparada con los niveles previos a 2008 pero baja al lado de (…) la Fed, US$4.4 billones, o más de un 25% del PIB. La razón –explicó– es que los bancos de la zona euro han estado pagando por anticipado algunos de los préstamos a tres años” (10/08/14). Actuando así anulan los propósitos del BCE de aumentar la masa monetaria concediéndole préstamos.
El agravamiento geopolítica condujo a que en los mercados financieros los fondos buscaron preferentemente la seguridad. Por ejemplo, los bonos alemanes a diez años alcanzaron el siete de agosto niveles mínimos y los a dos años, por primera vez desde mayo de 2013, registraron una tasa negativa, -0,004. Capitales prefieren experimentar una ligera pérdida para ponerse a cubierto de la inestabilidad. En el plano cambiario el refugio más tradicional es el dólar norteamericano. En el primer semestre el euro mantuvo su fortaleza con relación a la divisa estadounidense, la cual se revaluó con relación a las monedas latinoamericanas. Por ello, a manera de ejemplo, las empresas españolas con inversiones en la región, por tanto también en Chile, acusaron en sus balances los menores beneficios resultados de estas devaluaciones. El impacto es mayor en aquellas con importante presencia en Argentina, país que en junio con relación al mismo mes del año anterior, experimentó su moneda una depreciación de 36%.
Los ataques aéreos de EE.UU. en el norte de Irak se produjeron cuando el Estado Islámico de Irak y del Levante avanzó afectando las operaciones de empresas petroleras norteamericanas en Kurdistán. El país es el séptimo mayor productor mundial, “con reservas probadas –señaló Financial Times– por 140.000-150.000 millones de barriles de petróleo crudo que los analistas dicen que están entre los más baratos de desarrollar” (11/08/14). Los mayores yacimientos iraníes se encuentran en el sur, pero el movimiento islamista sunita tuvo lugar cerca de los campos petrolíferos del noreste, en la región semi autónoma de Kurdistán. Debido a ello una empresa con sede en Londres suspendió su producción en la zona y Exxon Movil conjuntamente con Chevron y General Energy retiraron personal no esencial.
El freno de la recuperación de la eurozona reconocido por Draghi se fue expresando en hechos concretos. La economía italiana, la cuarta más grande de la Unión Europea, volvió a tener en el segundo trimestre cifras negativas de crecimiento. Medios de comunicación destacaron que había vuelto a entrar en recesión al caer su producto durante dos trimestres consecutivos. Lo cierto es que nunca salió de ella, su economía ha registrado cifras negativas durante casi tres años con la sola excepción de octubre-diciembre de 2013 cuando anotó más 0,1%. Sus exportaciones en el segundo trimestre se frenaron, influyendo el conflicto con Ucrania que contrajo el tráfico hacia Rusia y disminuyó también hacia países con los cuales Moscú tiene importantes intercambios, particularmente Alemania, cuyas exportaciones a su vez ya disminuyeron un 15%, en enero-mayo en comparación a los mismos meses del año anterior. Se estima que un 10% de las empresas exportadoras germanas envían producciones a Rusia.
Las autoridades de Berlín constataron la desaceleración de su economía. “Después de un fuerte primer trimestre –se señaló en el informe mensual del Ministerio de Economía y Energía–, hay una desaceleración en el segundo (…) En particular –agregó–, el conflicto entre Rusia y Ucrania y el desarrollo de los acontecimientos en Oriente Medio han causado una creciente inseguridad de los mercados lo que ha conducido a una moderación en la toma de decisiones” (12/08/14). El Instituto Federal de Estadísticas estableció que la caída en abril-junio fue de 0,2%. “El empeoramiento del clima económico –expresó a su turno el instituto de investigaciones económicas ZEW– está vinculado a las actuales tensiones geopolíticas internacionales” (12/08/14). A su turno, el Instituto Francés de Estadística estableció para el primer semestre una variación nula del producto.
Bruselas, la sede de la Unión Europea, comentó que estos hechos ponen en duda las estimaciones efectuadas para la evolución del producto en la eurozona de abril-junio. Desde luego, que la guerra económica tendrá también efectos en la economía rusa, que en el primer semestre creció 0,85% con relación a enero-junio 2013.
A pesar del agravamiento geopolítico, la cotización del petróleo a mediados de agosto registró sus niveles mínimos en el año, dado que la demanda se debilitó y la oferta se incrementó. “La demanda de la refinerías –constató el informe mensual del FMI sobre materias primas– se ha debilitado en Europa y Asia por los escasos márgenes del refino, que reflejan además una ralentización de las condiciones económicas globales”. En cuanto a la oferta, la Agencia Internacional de Energía, destacó que “pese a los conflictos armados en Libia, Irak y Ucrania, el mercado del petróleo hoy en día está mejor abastecido que lo previsto, con una superabundancia en el área atlántica” (16/08/14). Entre los aumentos notorios de oferta no tradicional está la de EE.UU., debido al avance en el uso de la técnica de fractura hidráulica, y la brasileña, por el aumento de la producción offshore.
Fuente: El Ciudadano